martes, 8 de abril de 2008

Casals y la paz que no pudo ser (1936)


Y seguimos en la Barcelona de julio de 1936. A las seis de la tarde del día 19 un gran concierto en el Teatre Grec [Teatro Griego] de Montjuïc devía dar fin a la Semana por la Paz, que terminaba aquél día sangriento, ironías de la historia. La Orquesta Pau Casals y el Orfeó Gracienc iban a interpretar la Novena Sinfonía de Beethoven, que ya entonces era considerada universalmente un símbolo de paz, y el director iba a ser el propio Casals.

En la tarde del 18 de julio, en el Palau de la Música Catalana, Pau Casals dirigía la orquesta que llevaba su nombre y el Orfeó Gracienc en el último ensayo de la obra antes del estreno del día siguiente. Gran parte de la obra ya había sido ensayada y sólo faltaba repasar el último movimiento, que incluye el célebre Himno a la alegría. Fue entonces cuando un emisario venido directamente del Palau de la Generalitat [sede del gobierno catalán] entregó a Casals un mensaje del consejero de Cultura, Ventura Gassol, en el que éste comunicaba al músico el alzamiento militar y le instaba a suspender el ensayo y el concierto pues se temía que la violencia estallara de un momento a otro en la calle.
Casals, intuyendo que lo que acababa de suceder iba a tener gravísimas consecuencias, se dirigió a los músicos y cantantes diciéndoles: "Queridos amigos, no sé cuándo podremos volver a estar juntos; propongo que antes de separarnos terminemos la obra". Todo el mundo estuvo de acuerdo y así ocurrió que, mientras en el Palau de la Música se cantaba "Y todos los hombres serán hermanos" en las calles se estaban empezando a alzar las barricadas. Casals confesó años más tarde a sus biógrafos que en aquellos momentos las lágrimas no le dejaban ver la partitura.

El concierto no pudo ser. Solo 70 años después, el 18 de julio de 1936, el Himno de la alegria sonó en el Teatre Grec de Barcelona.

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